jueves, 8 de agosto de 2013
Lo revolucionario es tener ideas
Rigoberto Lanz (1945-2013)
Entrevista a Rigoberto Lanz por Hernán Carrera
Publicada en El Mundo, Caracas, jueves 12 de enero de 2006, p. 10
Si hay o habrá revolución cultural en Venezuela, todavía está por verse. Por lo pronto, Rigoberto Lanz apunta certezas más inmediatas: que el campo del arte y las ideas bulle hoy como nunca bajo el efecto creativo de la turbulencia; que la diversidad se expande y multiplica; que el desafío verdadero es hacer de la democracia el tuétano de la sociedad; y (no todo puede ser buenas noticias) que hay que cuidarse por igual de la “teresacarreñización” y del “atajo fácil” de la ideologización y el adoctrinamiento.
Hernán Carrera
Contestatario: tal podría perfectamente ser, en su mejor sentido, el oficio que condense y resuma el extenso -extensísimo, más bien- currículo de Rigoberto Lanz. Con doctorados y posdoctorados varios en su haber, con una trayectoria docente que llega a los sacrosantos predios de la Sorbonne de París, pero sobre todo con una acendrada costumbre de llevar la contraria y de abrirle siempre nuevos espacios al ejercicio de la crítica, no ha de extrañar entonces que ahora contradiga al por igual a quienes piensan que la cultura murió de crisis, a quienes creen que no sufre crisis alguna y hasta a aquellos que se apuran por salir de ella. Simplemente, está convencido de que esa turbulencia es ante todo posibilidad y tiene un efecto positivo.
“Claro que no se puede vivir permanentemente en zozobra, en desorden; pero hay en el desorden una especie de momento creativo. Este desbancamiento, esta pérdida de referentes, este mapa que genera un desconcierto, que puede ser muy negativo y paralizante, puede ser también muy creativo. En otros campos, el de la vida militar, el de la seguridad pública, quizá esto hay que detenerlo inmediatamente. Pero en el campo cultural, esa falta de cánones, de criterios, de personajes dediscurso oficial que dictamina, me parece que tiene ventajas, en ese sentido de ser posibilitador. Yo apostaría entonces por un rato más a esta incertidumbre y a esta zozobra, antes que venga algún mandarín a decir, qué es lo que hay que hacer y cómo hay que hacerlo. No hay cada más peligroso que alguien que tenga bien clara qué es lo que hay .que hacer en el terrenode la cultura. Eso es más riesgoso que mono con hojilla".
NOS DIVERSIFICAMOS 0 ERRAMOS
Suerte de voz cantante por Venezuela en las labores preparatorias de la Convención de la Unesco sobre diversidad cultural, Lanz asegura que venimos de momentos mucho más difíciles. En toda América Latina, ha dicho, están presentes las huellas deuna historia común, en la cual "los mercados culturales han funcionado desde siempre como maquinaria infernal de la violencia y la exclusión”.
- ¿Cuáles han sido esas huellas?
- La más dramática es tal vez esta asimetría obscena, diría, entre la ignorancia, la depauperación cultural de la gente, y las élites que consumen bienes culturales. Que además no se expresa solamente en el campo de la cultura. Es estructural, tiene que ver con el hambre, con los modos de vida, con todo. Pero se expresa específicamente en esta suerte de miseria humana, esta cultura de la pobreza, que es también pobreza cultural: desde la ignorancia, como no saber leer y escribir, hasta la presencia marginal en cualquier ámbito de los bienes culturales: hay un cine para pobres... Una cultura que, en el mejor caso, les arrima las migajas. Esto es historia de siglos.
-¿Eso es resultado de la pérdida de diversidad, de la homogenización, o son dos problemas distintos?
- Están muy ligados. Tienen que ver con la presencia brutal de un culturicidio, un homicidio, un ecocidio, un etnocidio, que ha habido aquí desde hace 500 años, que no se puede comparar con los modos desiguales como las sociedades se desarrollan normalmente. Aquí estamos hablando de una asimetría un poco peculiar, que es la de la conquista, la colonización, la esclavitud, que son los modos más brutales que ha inventado este monstruo llamado hombre para clavarse a su vecino. Las huellas culturales de ese proceso son muy complejas de evaluar, pero lo que está a la vista es este enorme bolsón de poblaciones que nunca accedieron a nada. Ni a la cultura formal – la educación, la formación ciudadana, los valores cívicos-, ni mucho menos a los espacios culturales construidos a propósito de los saberes de la gente. Todo ello alude a la diversidad, sí, pero sobre todo, a la diferencia social que está detrás.
- Después de aprobada la Convención, sin embargo, no se ha vuelto a escuchar nada sobre el tema. ¿Qué repercusiones cabe esperar de ese acuerdo para Venezuela?
- Justamente, desde el año pasado hay un programa muy ambicioso, que impulsa el amigo Benito Irady, que terminará en octubre próximo con un gran evento. Pero está precedido de decenas o centenas de actividades, todas referidas a ladiversidad, un poco como de levantamiento regional y local de todo lo que son las expresiones culturales. Eso va ya como por la sexta región. Pero eso ocurre un poco anónimamente, ocurre para los entendidos y para el lugar donde se está llevando a cabo, y no tiene la resonancia a la que uno aspiraría como algo que está creando una nueva realidad.
-¿Y en efecto se está creando?
-Ahora es que vienen a producirse hechos, que tienen que ver con la manera como se está comportando el mapa cultural del país, cómo están actuando el Estado y la sociedad en relación con sus nuevos derechos, con sus nuevas plataformas, con todo lo que se deriva como cascada de la aplicación de la Convención..El sector al que más le compete esto, que es el Ministerio de la Cultura, ha emprendido un programa que me parece bastante ambicioso, bien formulado. Pero esto no depende solamente de los operadores culturales. Hay aspectos en los que hemos sido un poco lentos. Por ejemplo, la ratificación de la Convención por parte del Parlamento. No se justifica que todavía no lo hayamos hecho, que Venezuela no sea el primer país en ratificarla.
LA COSA ES HASTA CUÁNDO
- Durante el último año, ciertamente se ha notado un suerte de boom de actividades culturales. La pregunta sería cuánto de eso cabe atribuirlo a una “revolución cultural”, o si es un “más de lo mismo” potenciado por el ingreso petrolero.
- Hay de todo. Pero si uno mira con detenimiento, lo evidente es que hay un despertar. Tanto desde el punto de vista de de los grandes eventos como de hechos más anónimos, que hay que ver recorriendo el interior, paseando por los pueblos, creo que hay un bullir que como nunca está encontrando formas de expresión. Tanto de los viejos formatos –los ateneos, los festivales, los premios- como de este intento de encontrar nuevas modalidades de acción cultural. Que es lo más complejo, porque la tendencia suele ser,, justamente, reproducir los viejos mecanismos de expresión cultural. Hay que poner mucha voluntad para descentralizar„ para desconcentrar, para no reproducir sin quererlo los viejos hábitos de la cultura de bellas artes, nuestra "teresacarreñización" de la cultura.
-¿Y en los contenidos? ¿Encuentra algo nuevo, algo distinto que anuncia una revolución cultural?
- Bueno; es muy temprano para decirlo. Pero hay pistas, signos que indicarían que en los propios contenidos es probable que estemos germinando cosas nuevas. Aunque, como todos sabemos, un cambio cultural es lo último que ocurre en una sociedad, es lo más lento, lo más difícil. Y al mismo tiempo, como dice mi hermano Carlos a cada rato: si la revolución no es cultural, no es revolución. Lo que no adquiere forma cultural, lo que no se vive culturalmente, lo que no impregna la piel en la sensibilidad cultural, es efímero y es reversible.
- Hay una tendencia muy marcada que apunta más a la ideologización que que a la culturización.
- Sí, porque también es un camina fácil, un atajo, un poco entendiendo esto por adoctrinamiento, por afirmar un par de ideas fuertes como "lo nuestro". Pero en el fondo no hay nada nuestro, en términos ideológicos, que pueda ser en sí mismo revolucionario. Lo que es revolucionario es tener ideas. Yo diría: las que sean. Después nos entendemos. Lo que es revolucionario es tener sensibilidad, para emocionarse con la música, con el canto de un pájaro, con la luz. La revolución comienza por la expansión de la sensibilidad. Ser un fanático de lo que sea, por mucho que te inmoles, por mucho que seas honesto con tus creencias, puede ser profundamente reaccionario.
- ¿Y se expande hoy esa sensibilidad? ¿Hay un estímulo a la diversidad cultural?
- De hecho. Y no sé hasta cuándo dure. Es como las misiones, que son un desorden sabroso, que reconoce que los ministerios no sirven, que el estado no sirve, que busca de alguna manera rehacerlo. Frente a un Estado inmóvil, parapléjico, hay que buscar formas, y la forma de las misiones me parece muy interesante. La Misión Cultura, en ese sentido, me parece una cosa que abre canales, se salta un poco la burocracia, etc. Pero no puede proponer eso como el momento permanente de hacer vida activa, de organizar, de dejar huella. Tiene que llegar un momento en que se consolide.
La gran sospecha
Paradigmas que caen, criterios cambiantes, desplazamiento de élites, incertidumbre: ¿y después? La pregunta por lo que pueda resultar para la cultura de la consolidación de este desbarajuste la formula Rigoberto Lanz de otra manera: “¿Habrá un canon revolucionario? Mi respuesta es una gran sospecha y un gran escepticismo, porque canon es canon. La lucha es contra el canon. Una rebelión contra las formas que se canonizan y terminan imponiendo el’el’ criterio para lo que es bueno o es malo en el arte. En pocas palabras: yo no me conformaría con un cambio de personajes, dejando intactos los mismos formatos. No se puede creer que con nuevos directores o funcionarios, la vieja estructura puede ser ahora revolucionaria”.
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